martes, 23 de septiembre de 2014

Noche de verano en alta mar



Tengo tres mañanas que darte,
la de ayer, la de hoy, y la que mañana te robaré;
y puede que hoy solo recibas una, y tarde,
pero duerme y prometo que la de hoy, mañana, será la de ayer.

Tengo en mis manos los surcos del pelo que en ellas dormitaba,
cada noche dibujabas en mi formas perennes
que hoy repaso con sucia agua de mar, en forma de lágrima,
en forma de gritos que callarán al ver que vuelves.

Ha crecido en mi una luz odiosa de esperarte,
una luna negra que no me ilumina más que el cuadro donde te quiero,
porque  quiero tener en ti lo que en mi plantaste,
una pregunta inacabada, una respuesta en forma de silencio.

Que no hay sudor en mi si no es por tu cercanía,
soy frío muñeco, sin alma, sin corazón, sin siquiera abrigo,
que bella la noche, que bella aunque que fría,
recito en mi mente tus palabras con el timbre de un maldito.

Que fácil sería olvidarte, y que sencillo mostrarte que no puedo,
los sueños, sueños son, hasta que alguien se decide a tomarlos,
pues en ti hallé el reino que tomar, y al que ahora recuerdo,
y sueño, y sueño, por ser rey de mi castillo ya olvidado.

Me voy retirando, anestesiado por tu pensar, y por tu pesar,
que me pesas al alma como ancla a la deriva,
siempre tu fiel marinero, con miedo al pensarte y al besar,
siempre tu fiel escriba, que tu recuerdo grava en la despedida del ocaso al mar.

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